Made in Argentina | Entrevista | John Della Penna en casa

John Della Penna es un argentino, hijo de inmigrantes italianos, apasionado por los motores desde chico. Siempre intrépido y curioso, comenzó a incursionar en el mundo mecánico desde la adolescencia, primero con motos y posteriormente con los autos. Aquí una extensa entrevista de nuestro corresponsal Jerónimo Aliaga.

Su vida es una gran aventura que lo llevó a vivir en Estados Unidos, recorrer el país y llegar a fundar un equipo en el IndyCar para disputar las 500 Millas de Indianápolis. En su paso por Buenos Aires, presentó su biografía «Made in Argentina» donde repasa sus vivencias y busca transmitir su experiencia a los jóvenes para que se inspiren y trabajen duro por alcanzar sus sueños.
En esta entrevista, cuenta qué lo llevó a escribir, algunas anécdotas de su vida, desde sus vínculos cinematográficos con Sylvester Stallone hasta su presente, lejos del automovilismo en busca de nuevos horizontes.
¿Cómo encontró Buenos Aires tras tantos años en el exterior?
Hacía unos años que no venía, como 10 años aproximadamente. La última vez que estuve, la verdad, que ni me acuerdo, pero tenía algo que ver con Pablo Pérez Companc, cuando estaba trabajando con él. La veo bien a la Ciudad, me encanta como está. Está limpia, veo que las plazas están prolijas, hay mucho más orden y limpieza, pinta linda!
¿Qué sensaciones le surgen cada vez que regresa a su país natal?
Es difícil de explicar. A pesar que hace 46 años que no vivo en Argentina permanentemente, para mi venir acá es como ir a casa. Me encanta estar acá, estar en la ciudad, me encanta caminar, y de hecho li hice y aproveché para sacar un montón de fotos. Hay tantos edificios lindos que muchas veces cuando venía por razones de negocios, estaba siempre apurado y no tenía ganas o tiempo como para ir a visitarlos. Me fui a la calle Santa Fe, vi unos edificios de arquitectura francesa muy lindos; lo puse todo en Facebook. La verdad que Buenos Aires es una ciudad hermosa, muy pero muy linda la veo.

Con tantos cambios en su vida, ¿cómo ha manejado el desarraigo, el cambio de una cultura a otra?
Mis padres son inmigrantes italianos, así que yo me crie y nací acá en Argentina pero en un principio nosotros hablábamos italiano. Creo que naturalmente, mi forma de ser es que me gusta cambiar, me gusta reinventarme, me gusta aprender cosas nuevas constantemente. Eso es parte del desafío del automovilismo, tal vez porque en las carreras tenés que volver a ver cómo haces para solucionar problemas que se te presentan. Eso fue muy atractivo para mí pero también hice otras cosas que no tienen nada que ver con el automovilismo. Me metí en la producción de contenido de televisión, hice algunas cosas con el cine, con bienes raíces en Estados Unidos, inversiones inmobiliarias muy grandes, hace doce años que estoy en tecnología porque vivo en Silicon Valley – hace 44 años que vivo ahí – así que hay muchas facetas de mi vida donde sigo muy curioso. Me gusta aprender, hablo con la gente, me gusta aprender cosas nuevas y cada vez que aprendo algo, lo trato de poner en práctica o ver cómo lo puedo usar para hacer algo diferente. No necesariamente lo hago con fines de lucro sino porque me interesa. Después puede que haya una recompensa monetaria o financiera pero en realidad, lo que me lleva a hacer las cosas es la curiosidad.
Hablando de las producciones de cine que menciona, ¿cómo fue la experiencia de filmar una película con Sylvester Stallone?
En el automovilismo, la suerte que tuve es que al estar en una categoría del alto perfil, se conoce a mucha gente. Una de las personas que conocí fue a Anthony Edwards, quién trabajo en Top Gun haciendo el papel de “Goose”. Nos hicimos muy amigos y él tenía una productora de cine y televisión. Hablando con él, curioso y entusiasmado, le pregunté acerca de cómo era su negocio y empezamos a charlar acerca de cine. Le dije que me gustaría algún día hacer algo en cine, si hay algún guión interesante, que me gustaría hacerlo en castellano…. Mientras estaba en el modo de aprendizaje, aparece Sylvester Stallone. En esa época él había querido hacer una película de automovilismo pero originalmente la estaba apuntando a Fórmula 1 y había visitado carreras, había estado con Bernie Ecclestone y al final del día no pudo armar ningún negocio, no le dieron los derechos y decidió enfocarse en el IndyCar, lo que hacíamos nosotros. Vino a la primera carrera del año 1999. Anunciaron que iban a hacer la película y, por intermedio de mi agente de relaciones públicas, lo invité a que viniera a mi motorhome para charlar un poco porque me interesaba. Nos llevamos muy bien enseguida y le ofrecí mi ayuda. Al poco tiempo me puso en contacto con su productor, quién se encargada de conseguir lo necesario para filmar la película. Ese hombre me dijo que necesitaban tres autos de carrera para los tres roles principales y también todos los otros autos. Para esos iban a usar unos autos de escuela particular donde uno va a aprender a manejar autos de competición. Usaron esos para el background pero les hacían falta los primeros tres autos. Entonces  le ofrecí los chasis que tenía de años anteriores. Eran prácticamente iguales a los que estábamos usando en ese momento. Le dije que se los podíamos armar para ustedes pero los motores de competición son muy difíciles de manejar, especialmente en el ecosistema donde se está rodando una película ya que no hay mucho lugar. Me pidieron que les pusiera un motor más manso y armamos un sistema con motores de 1300 cc de moto. Mis ingenieros y la gente del taller armaron tres autos y así fue que empezamos a colaborar. Fue muy interesante. Tenían una producción bastante importante aunque la película no fue tan buena al final pero fue interesante ver cómo se hacía la producción de una película con un presupuesto alto, con artistas y actores de alto nivel. Después nos hicimos medio amigos e incluso, si miras me tenés que encontrar. Estoy en la película y eso me lo ofreció el. Eso me dio una pauta de cómo se arma una película porque soy muy preguntón… cómo se arma el presupuesto, cómo es el negocio y empecé a aprender no solo como se rueda sino el tema de distribución, cómo se filtran las ganancias… cuando uno dice que ganó 30 millones de dólares, qué pasa con eso y ahí empecé a descifrar cómo funciona el negocio. Me gustó y cuando finalizó el proyecto, vendí el equipo y con Anthony Edwards y su socio armamos una película que se llama Viva Cuba, la cual tenía un guion muy lindo para niños, usando la experiencia adquirida.

Viendo la otra gran película, la historia de su vida, ¿cómo se le ocurrió empezar a escribir un libro? ¿Cuál fue el puntapié para redactar “Made in Argentina”?
Tuve una vida muy intensa desde que me fui a Estados Unidos hasta terminar con el automovilismo alrededor del 2001. En esa época no tenía mucho tiempo porque el automovilismo es muy intenso, teníamos presupuestos muy altos, muchos millones de dólares así que todos los años negociando con los sponsors… cuando me voy del automovilismo empiezo a hacer otras cosas…. La película de Viva Cuba, trabajos para ESPN International como trabajos de comentarios de las carreras de IndyCar, me empiezo a involucrar en otras cosas. Desde ahí, tuve un poco de tiempo para pensar en otras cosas. Venía seguido a la Argentina, le di una mano al TC2000 y ayude en la construcción del óvalo de Rafaela cuando estaba Pablo Peón. Siempre vi que había una gran diferencia entre el automovilismo en el cual yo participaba y lo que se hacía en la Argentina. Pensé que tal vez había algunas cosas que podía compartir no solo con el automovilismo sino que también con los jóvenes. Siempre estuve muy agradecido por la base educativa que tuve en Argentina. Pensé como devolverle un poco a nuestro país, tal vez con mi ejemplo y las lecciones aprendidas, por aprender y compartir todo eso. Me puse las pilas y comencé a escribir el libro. Lo terminé hace unos diez años pero decidí no publicarlo porque sentía que no estaba terminado, todavía había tal vez un poco más que decir y no sabía qué. En 2007 regreso al automovilismo en una forma mucho menor con Pablo Pérez Companc en el Indy Lights como su mánager con el equipo de Chip Ganassi. Tenemos un accidente inmenso, ya se sabe la historia… un sufrimiento muy grande… Pablo tuvo un accidente muy grande, muchos meses en recuperación, una experiencia muy fea. Después vuelvo con el Ferrari Challenge cuando se recupera Pablo. Hacemos algunas carreras. Formé un equipo de GT3 en Europa que se llama United Autosports con un amigo mío que se llama Zach Brown, recientemente nombrado CEO de McLaren F1. Tras estos sucesos, pienso que hay cosas que le faltan al libro y cuando se muere mi padre hace casi cuatro años, empiezo a reflexionar en el libro otra vez. Varios familiares me preguntaron por él, le agregué unas cosas que le faltan y ahí está.
¿Cuánto tiempo le tomó escribir la primera parte?
Diría que como un año. Tal vez un poco más.
¿Cómo ordenó la historia de su vida, volver hacia atrás y recordar tantos detalles?
Yo tengo una memoria, gracias a Dios, bastante buena. Recuerdo casi todo. Primero y principal, tengo una editora muy buena en Buenos Aires que se llama Alejandra Procupet que me ayudó mucho con el libro. Tenía unas ideas ordenadas pero no soy escritor. Escribí, escribí, escribí. Ella después me ayudo a ordenar los capítulos, a cortar algunas cosas… fue un trabajo bastante exhaustivo.
Recopilando su vida, ¿qué partes recordó con mayor cariño?
Creo que es impresionante, cuando uno escribe un libro, y miraba las fotos, es impresionante la foto. Hay fotos de cuando era chiquito con mi mamá, mi primer autito de carreras que era una réplica del auto de Fangio, la familia, todos los pasos que se fueron dando, las amistades. Es un viaje un poco raro, como “Back to the Future”. Creo que para mí fue muy bueno hacerlo porque me ayudó mucho a poder ver y reflexionar la importancia que ha tenido mi familia, mis padres, en especial mi papá en mi vida, importancia que ha tenido mi formación escolar en Argentina porque cuando me fui a Estados Unidos era lo único que tenía. Terminé un año de facultad de ingeniería en la UTN y después me fui para allá. Hice dos años de ingeniería aeronáutica pero no me recibí. Toda la pasta que necesitas para deducir cosas, resolver problemas lo aprendí acá. Por eso, más que nada, me gusta volver y ayudar.
Ahora creo que estamos en un momento clave, no solamente en la historia de nuestro país sino en la historia del mundo. En los últimos 44 años he vivido en Silicon Valley donde se han visto cambios importantísimos. Por ejemplo, vos ahora me estas grabando con un teléfono pero calcula que el primer teléfono de iPhone salió en 2007, 11 años atrás. Hace 11 años no había aplicaciones y ahora abrís tu teléfono y, depende de quién sea, podes tener 30, 40, 100 aplicaciones. Hay millones de aplicaciones en lo que es el universo del móvil. Cada aplicación es un negocio. La explosión económica que ha causado todo lo que es la computación, desde que se democratizó la computación en los ochenta y pico, noventa, después con la Apple Computer, la Internet, después los móviles, ahora tenemos un montón de cosas… te puedo hablar de eso todo el día…. Estamos en un momento de la historia humana que es un punto de inflexión porque por primera vez se ha democratizado una cierta parte de la economía mundial para que la gente pueda acceder y armar negocios que nunca han existido antes en la historia de la humanidad. Una persona hoy en Argentina puede armar un negocio virtual, ponerlo en Internet, venderlo en todo el mundo y ganar plata desde su living. Eso nunca ha pasado. Una persona puede programar, armar un programa y venderlo en todo el mundo. Puede armar un estudio de ingenieros y tener soluciones a medida para grandes empresas. En EE.UU. la necesidad de ingenieros es increíble, no dan abasto. No hay suficiente personal en Silicon Valley para llenar todos esos puestos de trabajo. Entonces los traen de India, de Europa del Este, de Rusia, de China, de todos lados. Hay una oportunidad para que nuestro país también participe. Antes eso no existía, hace 10 años. Creo que parte de mi misión es ampliar ese mensaje. Mucha gente en Argentina lo sabe, ha participado. Hay buenos ingenieros pero no los suficientes y hacen falta más. Son oportunidades económicas para la gente joven que deben llevarse adelante en nuestro país y en el mundo.
Escuchándolo pareciera que uno hablara con un ingeniero en sistemas y no tal vez con una persona que haya querido ser piloto de carreras y anhelar con llegar a la Fórmula 1. ¿Cómo se pasa de una cosa a la otra?
Eso es parte de mi curiosidad y entusiasmo por las cosas. Me encanta la ingeniería. Fui a una escuela técnica aquí, en Belgrano y me recibí de Técnico en Electrónica. Me apasiona todo lo nuevo, la tecnología porque tiene un impacto social muy grande. Vos calcula que el día de hoy se han armado negocios como Facebook. Unas personas en una universidad armaron un website para que la gente se comunique y hoy en día Facebook es una compañía enorme, tiene miles y miles de personas trabajando. En la parte de Silicon Valley donde están, hay oficinas de gente trabajando para esa empresa. El impacto social es muy grande. Cuando era chiquita, los primeros empleados fueron pagados con acciones, al explotar y salir a la bolsa, esos empleados se han hecho multimillonarios. Gente joven con mucho dinero que tal vez a los 30 años no quieren trabajar más para ellos y hacen otra cosa. Mucha de esas personas arma otras empresas. Ese es el impacto social del que hablo. Se está haciendo mucho en Argentina en cuanto al emprendimiento pero hay que hacer más porque es la forma de salir adelante.
Viviendo en Silicon Valley, ¿qué enseñanzas obtuvo y que emprendimientos pudo realizar?
Estando en Silicon Valley siempre tuve amigos ligados a la tecnología que han creado compañías importantes. Algunos se las han vendido a Sysco System por ejemplo u a otras compañías. Entonces siempre estuve al tanto. En los últimos doce años, desde que me retiré del automovilismo, me involucré en un grupo de inversiones Ángeles, en Silicon Valley bastante importante a nivel Estados Unidos. Con eso empecé a aprender, es un grupo de cien personas profesionales de la tecnología. A mí me interesó y, nuevamente con mi curiosidad, empiezo a preguntar, investigar e invertí en alguna de ellas. Algunas fracasaron, otras siguen, dos o tres se han vendido. Son cosas que me interesan y entusiasman comunicarlas porque son cosas para decirles a los jóvenes que hay oportunidades; a los que van al secundario como al que yo fui, no tienen idea de lo que es posible. Han venido delegaciones argentinas a Silicon Valley. He participado y ayudado llevándolos, haciendo pequeñas conferencias, charlas para explicarles lo que está pasando. Estuve la semana pasada en Pilar dando una charla y tengo otra la semana entrante explicando lo que es Inversión Ángeles y me ofrecí para dar una charla en la Escuela Nacional Técnica Número 28, en Belgrano donde fui para hablar con los estudiantes, darles aliento y comentarles las posibilidades. No hay que dejar que el ecosistema nos aplaste. En Argentina hay posibilidades, si uno se esmera y se pone las pilas, se pueden hacer cosas.
Yendo a los años de actividad en el automovilismo, ¿qué le generó más adrenalina, subirse al auto o gerenciar su propio equipo?
Las dos. Ser piloto me gustó aunque mirando para atrás, empecé a correr a los 20 años y era muy tarde. Los pilotos que corrieron para mí, comenzaron a los 6 o 7 años. Richie Horn cuando corrió para mí en Atlantic ya tenía 10 o 12 campeonatos ganados. Es un tipo que estaba acostumbrado a tener sponsors. Es una ventaja muy grande. Para mí, la satisfacción más grande fue tener el equipo y proveerles a los pilotos el mejor auto posible para poder ganar.
¿Con qué piloto se sintió más cómodo trabajando?

Con Richie trabajé muchos años porque lo tuve 3, 4 o 5 años. Con Jimmy Vasser también porque lo conocía muy bien. El padre era amigo mío, lo vi crecer, seguimos siendo muy amigos. Después siempre tuve el sueño de tener el piloto argentino, fue un sueño imposible. Nunca pudimos concretar un campeonato, un resultado lindo con un piloto argentino, que me dio mucha pena. Por eso lo traje a Fontana, intentamos nuevamente con Pablo Pérez Companc, con Juan Manuelito Fangio pero en ese momento estaba muy verde como equipo. Juan Manuelito ya estaba bien desarrollado. Tuvo otras oportunidades para correr en otros lados y se fue. Siempre quise tener un piloto argentino, fue mi meta aunque no se pude concretar como quise.
Leyendo el libro, hay un episodio bastante fantástico, cuando compra su primer auto con todo el equipo y cruza EE.UU. ¡Qué aventurero!
En ese momento tal vez no parecía tanta aventura porque uno no sabe otra cosa. Estás ahí y decís quiero correr. Me ahorré el dinero, tenía un amigo que me comentó acerca de un auto en venta ya que el dueño se había accidentado con una moto y tenía todo en venta. Lo compré y me mude a California. Son cosas que ahora parecen una gran hazaña pero en el momento son cosas que paso a paso lo vas haciendo. Creo que una cosa que aprendí es que todo tiene un proceso. Yo quería correr, era la recompensa final, era el producto. Para llegar a poder correr hay un proceso de por medio. ¿Cómo hago? Hay que ahorrar el dinero, hay que comprar el auto, hay que prepararlo, hay que pensar cómo hacer para ser competitivo… hay un proceso. Es importante reconocer que si uno quiere llegar a una meta, hay que pasar por un proceso que te pueda ayudar a llegar a ese punto final.
¿Cómo se ve John Della Penna en los próximos años?
No sé cuál será mi próximo proyecto aunque ya no quiero emprender cosas nuevas. El tiempo es lo más valioso en este momento y hay que decidir cómo utilizarlo. Hay muchas cosas que están sucediendo en la tecnología detrás del telón que van a cambiar las cosas en los próximos años. El “Internet of things”. Está la tecnología del auto autónomo, que es bastante controversial hoy, pero hay muchas personas en Silicon Valley trabajando en ello. El auto se está convirtiendo en una computadora y muchas empresas están pensando cuál es el sistema de operación que tendrá. Estará conectado a las luces del semáforo, al otro auto, etc. Entonces va a necesitas un sistema de operación como el de un teléfono o una computadora. Los camiones igual. Todo eso hace que haya una infraestructura de conectividad muy grande porque el auto autónomo tiene que saber por dónde ir, tiene que tener sensores. Eso está funcionando e impactará en nuestro futuro. Negocios que han impactado a nivel social de gran manera como Uber, Airbnb. Han hecho negocios que no existían y se volvieron multimillonarios. Los jóvenes deben tener la educación y capacitación para participar en esas economías del futuro.
Hablando de estos temas, hay una categoría en el automovilismo que combina un poco todo esto, la Fórmula E. ¿Qué opinión tiene al respecto?
Es el primer paso a una transición. El auto eléctrico está funcionando. Tesla, que está en Silicon Valley, la vi crecer de cero. Cuando arrancaron, tenían muchos problemas, usaron una plataforma de Lotus pequeña y ahora tienen un auto muy viable, 200 a 300 millas de autonomía. Se usa mucho allá. Es rápido, eficiente. Veo esos avances y pienso ¿dónde estará el automovilismo en diez años? No solo es lo eléctrico sino los autos de carrera autónomos. Te hace pensar hacia dónde vamos. Está cambiando no solo la tecnología sino también el público. Hoy un chico de 12 años, está en el teléfono, en la computadora, en Facebook, Instagram, habla con amigos… tiene muchas distracciones. Esto hace que aparezcan dos cosas: una es el avance tecnológico desde el punto de vista del auto en sí, el auto eléctrico, el auto híbrido como en la Fórmula 1 y el auto autónomo. Por otro lado, cómo se desarrolla el público automovilista, si es que existe como existía como cuando yo era chico. De joven, me acercaba al autódromo, escuchaba el ruido de los autos de carrera y me volvía loco. Estaba esa emoción, esa pasión de ir, ver… Los que manejaban los autos de carrera como Gastón Perkins, Di Palma, eran héroes! Un Reutemann, era como un dios! Hoy en día los pibes no le dan bola; los siguen en Twitter, Instagram… está cambiando no solamente la tecnología de los autos de carrera sino el negocio porque cambia el público que impacta al negocio del automovilismo porque el público es la razón por la cual, al final del día, los sponsors pagan para estar arriba del auto. Si cambia ese público, ¿cómo hacemos para que un sponsor, una propaganda en un auto del Súper TC2000 sea relevante para ese público al que se trata de alcanzar? Si ese chico tiene 18 años, hay que entender la psicología de ese pibe, hay que entender qué es lo que le interesa. En EE.UU. tenemos el mismo problema. Si vos ves los rating de IndyCar, de NASCAR, están bajando, así como también de otros deportes porque la participación del fan está cambiando. The rules of engagement están cambiando. Ahora los sponsors están reevaluando cuánto y cómo invertir en esos deportes. No se sabe cómo va a impactar. Hay muchos canales de distribución. Está la televisión, la programación, programas paralelos, el domingo a la noche con el resumen del fin de semana, el programa del lunes, martes, miércoles dónde vienen los pilotos y charlan, y los medios sociales. Pero por ahora no se entiende cuál es el valor de todo eso para el sponsor. Hay que revaluar y se está tratando de entender todo esto. En Estados Unidos se están armando los e-sports. Son campeonatos virtuales de fútbol o automovilismo, donde el fan puede participar en primer plano. Tal vez sea una forma de enganchar al fanático.
¿Qué mensaje le da a los jóvenes hoy que tal vez buscan todo inmediatamente y los plazos parecieran ser más cortos?
Es un desafío muy grande para todos. Para los grandes, de tratar de inculcar a los jóvenes que hay que frenar un poco y tener paciencia, reconocer que las cosas no pasan inmediatamente y es un desafío muy grande para los jóvenes porque no conocen otra cosa. Cuando te subís a Facebook, haces tres o cuatro likes y tenés una respuesta, te da un empujón de dopamina. Pensas que estas influyendo. Eso hace que todo se ponga en términos muy cortos y para mí es un problemón porque la vida no es así. Ciertas cosas tal vez lo sean como un juego de video pero la vida en general, para llegar a cosas importantes, hay que tener paciencia, hay que poner trabajo, la ética de trabajo. Ir paso a paso. No sé hasta qué punto lo entiendan. Tengo profesores del secundario que me han dado consejos que los recuerdo hasta el día de hoy. Hay que tener curiosidad, entusiasmo, no bajonearse por el medio ambiente. Es lo que puse en práctica, me sirvió y espero que les sirva a los jóvenes.

Excelente entrevista por Jero Aliaga para PruebautoSport
___________________________________________________________________________#Entrevista a @JhonDellaPenna autor de la obra #MadeInArgentina en #Argentina